Cómo atropellé a tu madre (Cap.5)

Fueron cuatro semanas desde que mi madre fue hospitalizada hasta que yo tomé vacaciones y la llevé al hospital para que le quitaran el yeso.

Yo estaba segura de que le dirían que tenía que esperar hasta la sexta semana, pero ella estaba desesperada, ya no podía entretenerse con nada y tenía una tremenda urgencia por volver a sus actividades que me convenció de llevarla al mes.

Efectivamente, cuando estuvimos con el doctor él le comentó que debido a la edad (ala, le dijo vieja bajita la mano) tenía que esperar hasta la sexta semana, le dio cita para radiografía y le recomendó reposo hasta esa fecha. Mi madre se desilusionó mucho, esperaba salir ese mismo día sin yeso y poder hacer un montón de cosas para el fin de semana. Sin embargo se resignó pronto.

Las dos semanas restantes se pasaron volando y mi ardua labor durante ese tiempo fue convencerla de llamar al infeliz aquel, cosa que me costó bastante trabajo. Mi papá dijo que no era necesario, que el dinero no faltaba... bla, bla, bla.
Creo que es obvio que yo no esperaba que el tipo le pagara hasta la respiración a mi madre, lo que me interesaba era que él estuviera al tanto de todo lo que había sucedido por culpa de su descuido e irresponsabilidad. Hasta que mi mamá entendió eso le llamó.

Le dijo que su intención no era sacarle dinero ni mucho menos y que no consideraba necesario levantar una demanda en su contra, pero que quería enterarlo de que había sufrido fracturas en la muñeca derecha y había estado hospitalizada cuatro días, que aún después de la rehabilitación el movimiento sería limitado. Él dijo que estaba muy apenado bla,bla,bla, al final ya no volvió a llamar.

Cuando mi madre se presentó a la cita para radiografía el doctor que la había atendido anteriormente ya no estaba, ahora era una doctora la que se encargaría de programar el retiro del yeso. Como ya todos sabemos en el seguro CASI todos los doctores profesan el valemadrismo, así que la doctora tan campante le dijo a mi madre que ella misma se quitara el yeso en la comodidad de su hogar. Es más, le dijo que lo dejaba a su consideración, ya que como las radiografías originales se perdieron en Lomas Verdes ella no era capaz de saber si aún había fractura o no. Carajo, si hasta yo, que no soy médico, noté que la fractura aún era visible aunque ya todo estaba en su lugar.

Pues mi mamá decidió que le quitara el yeso.
Tendrían que haber visto ustedes el trabajo y tiempo que me costo quitárselo, en la parte del codo era una plasta, literalmente, y aún cuando ya había cortado desde la muñeca hasta el antebrazo la mano de mi mamá no salía y me preocupaba que al estar intentando jalarlo se fuera a lastimar nuevamente.

Otra desilusión: no podía mover el codo con total libertad, le dije que tenía que moverlo progresivamente, que era como dormir encima del brazo y no poder moverlo al otro día. Lo mismo con la muñeca.

Ya ha pasado un mes (tal vez un poco más) desde entonces y ella aún sigue haciendo terapias en casa, en base a ejercicios que le han recomendado algunas vecinas que estuvieron en situación similar. Esto debido a que la brillante doctora, además de echarla a su suerte para que le quitaran el yeso en casa, no le mandó ninguna clase de ejercicio para rehabilitar su extremidad.

Ella está mejor, cada día la cuchara llega más cerca de su boca, aunque le hace falta mucha fuerza para poder mover objetos más o menos grandes; por ejemplo, aún no puede llevar la correa de un perro con la mano derecha, aunque si puede cargar una bolsa de pan sin soltarla.

No guardo ninguna esperanza de que el culpable de todo esto se presente un día y pague por su estupidez, y tampoco le deseo ningún mal, ya que tiene dos niños y ellos no tienen la culpa de que su papá sea un irresponsable tremendo, pero si espero que esté consciente de que un descuido suyo podría ser fatal y que tal vez en otra ocasión no le toque alguien tan considerado y buena gente como mis padres, ya que yo si le hubiera sacado hasta el último céntimo.

Pero yo soy harina de otro costal.

Y así es como termina esta historia, o al menos eso espero...

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